La presentadora catalana vive un momento brillante en televisión, donde afronta nueva temporada en dos frentes
Tras su paso por programas como Tu cara me suena o Así nos va, Anna Simon suma un millón de seguidores en Twitter y es alabada por sus tablas y por su atractivo, "algo que llevo con humor y sin darle importancia porque, si me vieran recién levantada, cambiaban de idea en dos minutos". Su nueva temporada catódica llega por duplicado: junto a Pablo Motos en El hormiguero y como maestra de ceremonias en el flamante Por arte de magia, en Antena 3, donde rostros conocidos aprenden trucos de la mano de maestros del ilusionismo.
"Como en tantos ámbitos, es cierto que hay más magos que magas, pero también quien cocina en casa suele ser la mujer y en cambio hay más cocineros famosos que cocineras", señala Simon. "Sé que existen varias prestidigitadoras excepcionales, pero son los hombres los que están más reconocidos. Si se pregunta en la calle, seguro que es fácil citar tres nombres de magos, algo que no ocurre igual con las mujeres".
En general, piensa que la mujer tiene más "magia". "Más misterio; incluso un sexto sentido que hace que cuando el hombre va, la mujer esté ya de vuelta. Sabemos 'jugar' un poquitín más, ir desvelando lo que conviene en cada momento. Somos más pícaras; aunque hay hombres que déjalos correr también?".
No se muestra partidaria de las "armas de mujer" en lo profesional "porque ahí debe prevalecer el talento y la capacidad de cada mujer". Aunque no esconde que si tiene que emplearlas, lo hace, "como todo el mundo. No me refiero a mostrarme supersimpática o marchosísima o a ir siempre hecha un pincel. Hablo de otras armas femeninas que tienen mucho que ver con lo que muestras cuando estás relajada y tranquila".
A la hora de seducir, asegura que ella suele llevar la iniciativa. "Habitualmente, cuando me ha gustado un chico, he sido yo la que ha iniciado la conversación. Para mí, lo fundamental es la mirada y una buena conversación con muchas risas", recomienda.
El concurso Tu cara me suena, en el que imitaba con desparpajo a cantantes de toda índole y condición, ha resultado fundamental para darle popularidad, "aunque era todo pura fachada, porque yo estaba nerviosísima y literalmente acojonada, con perdón, y hasta deseando que se rompiera algo para no tener que salir al escenario. Como todos mis compañeros. Ahí no se puede hacer distinción entre ellos y ellas. La seguridad no va por sexos, aunque tal vez nosotras seamos ligeramente más desinhibidas, en general".
Apunta diferencias entre los sexos en otras direcciones, como el tiempo que pasan unos y otras ante el espejo. "Sobre todo en mi profesión, en la que nosotras perdemos tanto rato con el maquillaje, la peluquería y subiéndonos en los tacones. En eso me dan envidia. Pero en terrenos más serios, pienso que los hombres no se complican tanto la vida: nosotras pasamos el día dándole vueltas a todo y a veces hasta imaginando lo que no hay, mientras ellos van 'a su bola' y viven la vida de forma más sencilla, sin tantos quebraderos de cabeza".
Le gusta el hombre divertido "porque considero que es indispensable la química con tu pareja, que te puedas reír a diario con él". Pero avisa que no perdonaría al infiel. "No pienso que los hombres lo sean más que las mujeres, como se decía antes. Creo que estamos al 50 por ciento en ese tema, pero es algo que me disgusta mucho. No podría volver a confiar en esa persona".
Subraya que su entorno amistoso es eminentemente femenino. "Tengo una hermana y conservo a las amigas de la infancia, para las confidencias, pero también me muevo con comodidad entre hombres. De hecho, en El hormiguero, soy la única mujer del equipo de colaboradores. Ellos me tratan como a una más, y yo no me siento incómoda a su lado por el hecho de ser la chica. Somos compañeros de trabajo en absoluta igualdad", afirma.
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